El origen de la ceremonia japonesa del té, se encuentra en la práctica de unos monjes de una escuela Zen china, una escuela budista que asimiló un gran número de doctrinas taoístas. Estos monjes bebían té entorno a Buda, para rendirle homenaje.
Por otro lado, el hecho de que principal vehículo de la doctrina Zen sea la meditación, ha influenciado mucho en el carácter introspectivo de esta ceremonia, también de las doctrinas taoístas, que se preconizaban el valor de lo individual, frente al valor de lo colectivo que preconizaba el confucionismo, marcaron también fuertemente el sentido de esta ceremonia.
Aunque en un primer momento existía una zona de influencia para el Confucionismo y otras para el Taoísmo, con el tiempo el Taoísmo se impuso. Las diferencias que existían en un comienzo entre las diferentes zonas de influencia en el Japón, fueron desapareciendo y la cultura japonesa se fue uniformado cada vez más.
La ceremonia del té se convirtió en algo propio y arraigado en la cultura japonesa y de acuerdo a los diferentes cambios, también fue evolucionando y variando en sus formas, aunque su finalidad se mantuvo siempre.
El hecho de tomar el té, que comenzó siendo algo medicinal, con el tiempo se convirtió en algo social y posteriormente en algo sagrado.
El paso de lo social a lo sagrado, resulta fácil en una sociedad como la japonesa en la cual lo social y lo sagrado están íntimamente relacionados. El pueblo japonés se rige por creencias firmes y obedece a principios de origen superior. Su conducta no está regida por el azar, sino que es un pueblo que vive en la tierra, teniendo muy en cuenta lo que dicta el cielo. Lo sagrado está presente en los actos cotidianos, donde no olvida su condición humana, pero sigue las directrices del cielo. Esta característica viene quizás acentuada por el propio hecho geográfico de su aislamiento, que le mantuvo más alejado de otras culturas mucho más dispares y con otras creencias religiosas.
Así la costumbre de tomar el té se fue poco a poco convirtiendo en un ritual, puesto que un pueblo como el japonés, que se cuestionaba continuamente la relevancia y el significado de todas sus acciones cotidianas, quiso que éstas tuvieran un significado cada vez más preciso, y las fue cada vez sacralizando más.
Así fue como la ceremonia del té se convirtió en un acto sagrado y de relevancia social.
Fuente: Kakuzo Okakura, El libro del té